A poco de cumplirse un nuevo aniversario del paso a la historia y a la memoria de nuestro Libertador José de San MartÃn, nos proponemos visibilizar la vigencia de su pensamiento y acción emancipadora en los intensos y tormentosos años de las revoluciones independentistas contra el colonialismo español. Nos parece oportuno incluir en este homenaje a Simón BolÃvar en la  necesidad de trasladar sus ejemplos, los de ambos libertadores al siglo XXI y a la actual dependencia y a la misma e histórica necesidad de liberación tanto de Argentina como de América Latina.
Formalmente fueron dos militares que brindaron grandes y decisivas batallas enfrentando y venciendo al "el fiero opresor de la Patria" y que cruzaron los Andes superando innumerables e inenarrables dificultades.
San MartÃn concretó la liberación de Argentina, Chile y Perú, BolÃvar la de Panamá, Colombia, Venezuela, Ecuador, Bolivia y Perú. La coincidencia en Perú no es casual, confluyen en ese territorio los dos libertadores porque ambos tenÃan claro que la Independencia no era de cada paÃs sino del continente (en este caso, de latinoamérica ), que habÃa que terminar con la colonización española y que era Perú el bastión de mayor fortaleza de los españoles. Es justamente este pensamiento visionario, solidario y generoso el que demuestra la conciencia sobre la necesidad de la emancipación y la integración de lo que hoy llamamos América Latina.
Esta visión continental o regional se manifiesta a lo largo de sus acciones en innumerables ocasiones y es reveladora del pensamiento común a ambos, es decir, de que fueron dos hombres comprometidos con las mismas causas en el mismo tiempo histórico. En el caso de BolÃvar explicita ese pensamiento en la célebre Carta de Jamaica, en el caso de San MartÃn desobedeciendo al gobierno de Buenos aires y negándose a pelear contra los gauchos montoneros de Artigas como pretendió Rondeau en 1819. La pelea y la espada de ambos es sólo contra el colonialismo europeo.
Ambos también, más allá de su propia voluntad, tuvieron que afrontar tareas imprescindibles de gobierno, las que aceptaron bajo el sentido de la responsabilidad de lo que estaba en juego sabiendo los riesgos que implicaba relegar las mismas siendo que no era este el objetivo principal de su acción polÃtica. Ya que la misma siempre fue liberar y asegurar esa liberación. Organizar los pueblos liberados del colonialismo, inventar formas de gobierno (siempre muy parciales) se convirtió en una tarea tanto o más ardua que las batallas militares.
Mirarlos desde el siglo XXI implica desentrañar sus contradicciones, ya que como tantas veces hemos dicho lo importante no son las contradicciones sino como éstas se resuelven. En ese sentido tanto uno como otro han tenido un reconocimiento tardÃo y distorsionado en sus propios paÃses. Debido a cómo se configuró la dependencia luego de haber vencido al colonialismo español, lo que estuvo en juego en nuestro paÃses (dicho esto como hermanos latinoamericanos que somos) era mantenernos libres de toda dominación extranjera. Esta nueva dependencia que podemos llamar neocolonial contó ( y cuenta) con el trabajo a favor de los paÃses dominantes de los que deberÃan haber defendido nuestros intereses, nuestra soberanÃa en todos los órdenes. Por el contrario nuestra lista de personajes históricos mezcla los que estuvieron a favor de la independencia con los que actuaron a favor de la dependencia. Estos personeros de negocios privados y extranjeros, o simplemente colonizados de vocación, junto a los paÃses dominantes fueron los enemigos de San MartÃn, y también de BolÃvar. ¡Qué mejor que fomentar la desunión y la competencia entre hermanos para mantener el poder sobre nuestros territorios!.
Como es sabido a la emancipación conquistada en las Guerras de la Independencia que nos liberó del colonialismo español (en nuestro caso) continuó la dependencia económica que termina siendo polÃtica impuesta por los paÃses dominantes pero con la imprescindible ayuda de los entreguistas autóctonos. Y si bien esta dependencia tiene grados, aún en tiempos de globalización siguen siendo los paÃses opresores los que determinan las grandes condiciones de vida de nuestros pueblos. El término soberanÃa no puede aplicarse plenamente a nuestros territorios y nuestras riquezas siguen yéndose por nuestros puertos dejando migajas, o nada y contaminación de la mano de grandes empresas transnacionales. ¿Es este el destino que imaginaron San MartÃn y BolÃvar para nosotros? Seguramente no.
 El desafÃo de la memoria social
En estos tiempos que corren es frecuente evocar y recordar personas importantes del siglo XX, a diario nos encontramos con efemérides, recordatorios, homenajes. No sucede lo mismo con el siglo XIX, o al menos, esto es  menos frecuente. Seguramente en el medio, hubo historiadores, tanto en la Argentina de San MartÃn como en la Venezuela de BolÃvar que contribuyeron a crear esta imagen distorsionada que los describe competidores entre ellos y subraya desacuerdos, siendo, en definitiva, funcionales a los intereses ajenos.
Nosotros creemos y apelamos a la memoria social, memoria que los asimila a elegir lo latinoamericano como identidad cultural asumida por ambos libertadores (la composición de los ejércitos y el reconocimiento de parte de ambos hacia los pueblos originarios, lo comprueba, más allá de las definiciones interesantÃsimas de BolÃvar sobre el tema de la compleja identidad latinoamericana). Y si nuestra identidad está ligada a la acción polÃtica de José de San MartÃn, uno de los motivos de mayor orgullo es la de haber colaborado solidariamente, mediante el Ejército de los Andes a liberar otros pueblos hermanos. Lo mismo pueden decir los venezolanos de Simón BolÃvar.
Tener presentes las prioridades de los libertadores y relacionarlas con nuestro presente implica dimensionar la forma en la que hicieron posible lo que parecÃa imposible y verlos renacer de las derrotas mediante una tenaz convicción no exenta de autocrÃtica. Estos son ejemplos claros y plenos como la luna llena de que es posible luchar por la libertad. Hoy en dÃa es posible frenar a las empresas transnacionales que nos imponen un modelo productivo al servicio de sus intereses. Por supuesto que hace falta la convicción y la integración dentro de cada paÃs y dentro también del territorio latinoamericano, del pueblo como colectivo con identidad propia, para defenderse e ir en busca de la libertad es imprescindible saber quiénes somos. Y ahÃ, en nuestro origen está José de San MartÃn, quién siempre defendió, hasta su muerte, a todos los que realmente merecen llamarse patriotas, los que en épocas de colonialismo salvaje, nos defendieron del opresor, y esto, estaba por encima de cualquier otra diferencia. Si recorremos nuestras fechas patrias veremos que los personajes históricos recordados no constituyen un conjunto patriótico sino severamente contradictorio.
No es novedoso lo que estamos planteando, creemos que hubo encuentro (y no desencuentro como sostienen algunos) en Guayaquil entre ambos libertadores y que ese largo dÃa fue único, irrepetible y trascendente para nuestra historia. Hay, en el centro de la provincia de Buenos Aires, una ciudad llamada BolÃvar donde San MartÃn, a diferencia de la ciudad de BahÃa Blanca, tiene su monumento en la plaza central. La particularidad consiste en que si se recorren unas pocas cuadras se encontrará el monumento de BolÃvar (por quien esta ciudad bonaerense se llama asÃ) siendo quizás el único lugar de la Argentina donde se crucen las miradas de ambos, nuestros libertadores latinoamericanos.